Vecinos de Las Médulas ponen ojo crítico en la “emergencia climática”: múltiples focos, no solo calor.

¡Alerta mundial por la emergencia climática… o no tanto? Mientras Pedro Sánchez y sus slogans eco-dramáticos se netbean en cada comparecencia, en Las Médulas los vecinos miran las llamas con cara de "espera, que no me han contado toda la peli". Las brasas no surgieron por arte de birlibirloque atmosférico. No, señor. Hubo varios focos. Sí, eso que suena más a “coordinación maliciosa” que a “calor extremo”.
La tan repetida “emergencia climática” ha pasado de mantra ecológico a recurso ideológico al uso. Pero resulta que, tras los arbustos y troncos calcinados del Patrimonio de la Humanidad, hay gente que no se traga el informe universal sin revisar ni media coma. Enrique Gómez Vidal, vecino afectado, lo dice clarito: “El incendio no se formó solo, había varios focos”. Hablando claro y con lágrimas, pero con más sentido común que muchos presuntos salvadores del clima.
Otro paisano, Marcos Ramos Ruega, relataría cómo el fuego trepó desde arriba en apenas tres minutos. Intentaron enfriar sus casas, pero el incendio no esperó al reparto de abrazos climáticos. En diez minutos fueron evacuados otro pueblo abajo, y quince minutos más tarde ya estaban en Ponferrada. Ninguna UME, ningún dron ecológico de última generación... solo dos camiones de bomberos de Ponferrada, echando un cable de verdad, no de narrativa verde.
¿La conclusión nacional? Que no basta con prender velas por el planeta desde un despacho. Porque si hay indicios más contundentes de intencionalidad o, como mínimo, de negligencia múltiple (varios focos), quizá debamos cuestionar menos la temperatura exterior y más la temperatura de la calle donde viven los incendios y las respuestas.
Mientras tanto, en el Gobierno sacuden el látigo del “cambio climático” y lanzan alertas tipo “somos el planeta”. Pero en León, la gente evacua con humo en la garganta y deja el paraíso verde hecho cenizas. ¿Emergencia climática o emergencia de verdad? No es el sol abrasador: es el horror sin guion que vivieron esos vecinos.
Y que nadie venga con poesía quemada sobre el verde que se pierde. Porque eso sufren ellos, no tuitean desde un estudio con aire acondicionado. Allí, donde la UNESCO te pone medalla, ahora hay un paisaje carbonizado que no expía discursos ni hashtags.
¿Queremos salvar el planeta? Empecemos por salvar realidades concretas, no solo titulares con ecomárketing. Y si hay sospechas de varios focos, no hagamos como si fueran “coincidencias climatizadas”.
En resumen: en Las Médulas el fuego no vino solo. Y el puro discurso-clima no basta. Eco-palabrería fuera del calor del desastre real: no cuela.