Tragsa despide a 85 trabajadores por absentismo... pero paga medio año a una comisaria del PSOE sin pisar el trabajo

La hipocresía institucional alcanza nuevas cotas. Tragsa, la empresa pública que depende del Gobierno de España, ha despedido recientemente a 85 empleados por supuestos casos de absentismo. Pero lo escandaloso no es solo la cifra, sino la doble vara de medir que aplica la dirección: mientras expulsa a trabajadores por faltar presuntamente a su puesto, pagó durante seis meses a una comisaria política del PSOE que ni siquiera apareció por su lugar de trabajo.
Hablamos de Jésica de León, exconsejera de Turismo del Gobierno canario con el PSOE, quien tras dejar el cargo se incorporó a Tragsa, su anterior destino. Según se ha publicado la señora De León no pisó el centro de trabajo ni un solo día en más de medio año. Sin embargo, eso no fue impedimento para que siguiera cobrando religiosamente su sueldo con dinero público.
¿Qué clase de empresa pública permite esto? La respuesta es clara: una empresa controlada por el aparato político, donde los enchufados gozan de impunidad y el resto de trabajadores son carne de cañón. No hablamos de rumores, hablamos de documentos oficiales y de una injusticia palmaria.
Mientras los despidos por absentismo afectan a trabajadores comunes, con familias y responsabilidades, el PSOE y sus satélites continúan repartiéndose prebendas, sueldos y favores sin control. La justicia social de la izquierda acaba siempre en el mismo sitio: privilegios para los suyos, represión para el resto.
¿Qué hacía Jésica de León mientras cobraba? Nada. ¿Dónde estaba? Vete tú a saber. Pero lo que sí sabemos es que Tragsa no inició ningún expediente sancionador ni tomó ninguna medida. Simplemente, la mantuvieron en nómina como si fuera lo más normal del mundo.
Y lo peor de todo: no hay consecuencias. Nadie ha dimitido, nadie ha pedido explicaciones, nadie ha devuelto ni un euro. El Gobierno mira para otro lado, como si esto no fuera con ellos. Los trabajadores despedidos no tendrán la misma suerte ni el mismo silencio cómplice.
Esto es el resumen perfecto de cómo funciona el sistema: una casta privilegiada blindada por la política, frente a una mayoría ciudadana cada vez más indefensa. Y lo hacen a la vista de todos, sin vergüenza, sin ocultarlo. Porque saben que pueden.
Si eres uno de los 85 despedidos, lo sentimos: no tenías el carné adecuado.