Sánchez sacude el PSOE: ¿reformar o reciclar la misma basura?

¡Atención, audiencia privilegiada! Pedro Sánchez acaba de estrenar el nuevo capítulo de su serie favorita: “El PSOE no se rinde”. Una sacudida interna sin congreso extraordinario, sin pasar por caja... perdón, por asamblea, para arreglar el desastre montado tras la detención de Santos Cerdán. ¿Cambio simbólico o el viejo truco del limón en el agua para que parezca que algo pasa?
Primero, vamos con la movida central: endurecer el código ético al nivel del compliance empresarial –vamos, copy-paste de manual– y más controles internos. Todo muy corporativo, ¿verdad? Como si un clic en “acepto” en Zoom cambiara décadas de cultura de enchufes y mordidas.
¿Y por qué no se convoca un congreso extraordinario? Fácil: ¿y si les preguntan a las bases? Mejor meter a dedo cambios exprés desde Ferraz, baratos y rápidos. Después ya se verá… cuando no haya testigos. Poca transparencia, gran tinte.
No todo es ficción: la presión de Sumar y de Yolanda Díaz ha sido tremenda. “Queremos medidas reales, no postureo”, ha soltado la vicepresidenta. La siguiente jugada será una reunión hoy del comité de seguimiento. Al parecer, exigen regeneración, salidas de cargos cuestionados y un giro social que se note menos que el menú del Moncloa.
Mientras tanto, el PP ha visto la oportunidad y ha tentado con moción de censura, pero se ha quedado sin aliados: ni ERC, ni BNG, ni PNV… ni Junts (que pedía viaje de Feijóo a Bélgica). Así que Sánchez, con una mueca de alivio tipo “sigo aquí”, ha respirado hondo. El oxígeno se lo trajo la negativa de la oposición.
¿Qué pinta tiene el panorama ahora? El sábado viene el Comité Federal: sandalias nuevas, barritas y código yoga. Se anunciarán los cambios fantasma: nueva dirección, refuerzo ético y chorradas varias para demostrar que se “escucha a las bases”. Mientras, Sánchez insiste en que seguirá hasta 2027, que ganará elecciones y que “la única salida del bloqueo es no adelantar”. Todo aderezado con un discurso guerrero: al que lo toque, lo hundo en urnas.
Pero ojo, que dentro del propio PSOE ya hay voces que piden adelanto electoral o catarsis total. Exministros publican manifiestos, militantes bucean en la hemeroteca y algunos murmuran “otro líder, por dignidad”. Si esto salta en público, la sacudida se puede convertir en terremoto.
¿Y dónde están los tres grandes afectados? Cerdán, recluido y sin su acta, acusa falta de presunción de inocencia y exige ventilador. Ábalos, en modo bajo perfil. Y Sánchez, haciendo de equilibrista: “Auditorías hay desde 2010, no hay financiación ilegal”, dice. Claro, con esa tabla interna, cualquier barrita de ética suena a chicle de mentirijillas.
Resumen para despistados: caso Cerdán = torre de fraude y desconfianza; moción PP = fracaso; cambio PSOE = ficha de dominó puesta; chaleco antibalas político = puesta; bases exigentes = nivel 5; líder invicto = Sánchez; guión de suspense = activado.
¿Durará este acto teatral hasta 2027? ¿O están montando un espectáculo para ganar tiempo mientras se rearman? Está por ver si la “sacudida” convence o si acaba siendo una palmadita suave y bien iluminada en plató. Pero una cosa es segura: en el PSOE se preparan para el comité como si fuese el juicio final. ¿La regeneración? Prometida. ¿La crisis? Muy real. ¿El show? Aún por ver.
En definitiva: aquí, entre códigos éticos y post-its corporativos, la única certeza es que estamos en plena pantomima. La pregunta es: ¿nos invitan a palomitas o a la próxima moción? Manténganse atentos al sábado... y al susto.