Sánchez contra el fuego… en Falcon: 18 vuelos, 200.000 euros y ni un cubo de agua

Pedro Sánchez tiene superpoderes. Mientras los bomberos, brigadistas y voluntarios luchan contra el fuego con las manos quemadas y los pulmones negros de humo, nuestro presidente combate las llamas de otra manera: desde la butaca acolchada del Falcon. Sí, ese avión que parece más una prolongación de su sofá en Moncloa que un medio de transporte oficial. Esta vez se ha marcado nada menos que 18 vuelos en plena campaña de incendios. Coste estimado: 200.000 euros. Y eso solo en gasolina… porque la foto de postureo no tiene precio.
La escena es de chiste malo: España arde, literalmente, y Sánchez decide que la mejor forma de “estar presente” es llegar en Falcon, posar con gesto compungido entre brigadistas agotados, soltar dos frases de manual, hacerse la foto y volver pitando al mitin de turno. “Misión cumplida”. Como si apagar incendios fuese cuestión de kilómetros en avión y no de medios sobre el terreno.
Lo sarcástico de todo esto es que nos venden la historia de un presidente cercano, comprometido, preocupado por el campo y la gente. Pero detrás de la sonrisa de foto oficial hay un contador que suma euros a una velocidad de vértigo. ¿200.000 euros en 18 vuelos? Eso equivale a contratar decenas de bomberos, comprar equipos de protección, invertir en helicópteros cisterna… Pero claro, nada de eso da tanta visibilidad como la foto de Sánchez con el traje remangado y cara de circunstancia.
Y no es un caso aislado. El Falcon ya se ha convertido en el símbolo del Sanchismo viajero. Da igual que sea para ir a un mitin, un concierto de The Killers o a la boda de un amigo: si hay pista de aterrizaje, allí aterriza Sánchez. Porque el Falcon no es un avión: es el juguete preferido de un presidente que vive en modo business class permanente.
Lo indignante no es solo el gasto obsceno, sino el mensaje que transmite. Mientras a los ciudadanos se les pide sacrificio, pagar más impuestos, aceptar recortes y “arrimar el hombro”, el jefe del Gobierno se pasea por los cielos como si fuera el CEO de Iberia. El país en llamas abajo, la foto perfecta arriba. Es el retrato más puro de la desconexión entre la élite política y la realidad del pueblo.
Pero claro, en Moncloa lo maquillan como siempre: “viajes necesarios”, “coordinación sobre el terreno”, “presencia institucional”. Palabras bonitas para justificar lo injustificable. Porque si de verdad se tratase de eficacia, Sánchez no necesitaría 18 vuelos: bastaría con reforzar los medios de extinción y garantizar recursos. Pero claro, eso no sale en Instagram ni da titulares heroicos.
Y mientras tanto, la factura corre. 200.000 euros que podrían haberse usado en reparar casas, ayudar a agricultores arruinados por el fuego, compensar a familias que lo han perdido todo. Pero no: se han invertido en el Falcon, el avión VIP de un presidente que parece más preocupado por sus kilómetros volados que por los kilómetros quemados del bosque español.
En resumen: Sánchez ha convertido la gestión de incendios en un espectáculo aéreo. Ni apaga fuegos, ni soluciona problemas, ni reduce gastos. Solo aumenta su colección de millas acumuladas y su álbum de fotos. Y cada vez que sube al Falcon, los españoles vemos cómo vuelan nuestros impuestos, literalmente, por los aires.
España arde. Y Sánchez, como siempre, de pasajero de lujo.