¡Otro máster del engaño! Yolanda Díaz se doctoró en "Mentir con Elegancia"

El teatro de cartón piedra continúa
Yolanda Díaz, esa figura política que intenta mezclar la estética de Instagram con la retórica de una sindicalista de 1978, ha vuelto a hacer historia... pero no precisamente académica. Según revelaciones de la prensa, la líder de Sumar incluyó en su currículum oficial de Moncloa un máster en urbanismo que jamás cursó. No hay matrícula, no hay clases, no hay trabajos entregados. Pero ¡ay, eso sí!, el máster figuraba con todas sus letras en su perfil oficial. Uno se pregunta si este Gobierno hace fichas con bolitas de bingo o si directamente tienen un Excel con logros aleatorios. Porque ya no es que exageren, es que se lo inventan como si estuvieran en un grupo de WhatsApp de "fantasmas anónimos".
El máster fantasma y la escuela del engaño
¿Recordáis el máster de Cifuentes? ¿El TFM que se perdió en el triángulo de las Bermudas universitario? Pues Yolanda Díaz lo ha querido superar por lo alto: ni TFM, ni matrícula, ni pupitre. Solo la etiqueta "máster" plantada como quien se pone una medalla de cartón en una fiesta de disfraces. ¿Lo mejor de todo? Que cuando se les pregunta por ello, el entorno de Díaz guarda un silencio monástico, como si se hubiera abierto un agujero negro en la sala de prensa. A este paso, el currículum político estándar incluirá: 1º frases vacías, 2º másteres imaginarios y 3º alergia a la verdad.
¿Y la oposición? ¿Y los medios amigos?
Lo más divertido (o trágico, según cómo lo miremos) es el doble rasero mediático. Cuando otros partidos tienen casos similares, se abren tertulias 24/7, con politólogos, expertos en ética y hasta algún coach emocional. Pero con Díaz... “Ay, bueno, será un error administrativo”. ¡Venga ya! Y mientras tanto, la Moncloa sigue publicando currículums oficiales con más fantasía que El Señor de los Anillos. Hoy un máster, mañana quizás una licenciatura en Astrofísica Cuántica por Hogwarts.
Conclusión: No es que nos mientan, es que se ríen
Yolanda Díaz ha pasado de ministra de Trabajo a doctora honoris causa en Desfachatez Pública. ¿En qué momento normalizamos que una representante del Gobierno mienta sobre su formación y no pase absolutamente nada? ¿Cómo es posible que se mantenga un cargo institucional con un expediente académico propio de una novela de ciencia ficción? No es ya la mentira en sí —que es grave—, sino el descaro con el que se asume que aquí nadie va a pedir responsabilidades. Y por supuesto, no esperemos dimisiones ni disculpas. Aquí solo hay postureo, marketing político y mucho cuento chino (sin máster, eso sí).