Montoro, el ministro que legislaba a medida: ¡y cobraban los suyos!

¡Ya basta! El escándalo de Cristóbal Montoro no es una simple noticia, es el retrato perfecto de una clase política que legisla para sus amigos mientras los ciudadanos pagan la fiesta, Montoro rechazó en 2015 reformar una ley que beneficiaba descaradamente a las grandes empresas gasistas. ¿Y qué pasó después? ¡Premio! Esas mismas empresas contrataron al equipo económico de su ministerio por nada menos que 300.000 euros.
¿Cómo se llama eso? ¿Casualidad? ¿Justicia poética? No. Se llama corrupción de despacho, de corbata, de élite. No hay maletines en aeropuertos ni sobres en B, no. Aquí la podredumbre se disfraza de “consultoría” y “asesoramiento técnico”.
¿Dónde estaba el famoso “interés general”? ¿Dónde la ética de un servidor público? Porque hay que tener la cara de titanio para no modificar una ley injusta y después permitir que tus subordinados cobren de quienes se beneficiaron. ¿Cuánto más tenemos que soportar? ¿Cuántas pruebas hacen falta para aceptar que en este país las puertas giratorias no chirrían, sino que giran aceitadas a golpe de millones?
Mientras la ciudadanía sufría recortes, subidas del gas y bajadas de sueldos, la élite ministerial de Montoro se llenaba los bolsillos. Esas “consultorías” no fueron altruismo, fueron pago por servicios prestados desde el poder. Y lo sabían. Y se rieron de nosotros. Y lo siguen haciendo.
Este caso no debería quedar enterrado bajo el cinismo habitual. Porque es la prueba más obscena de cómo se gobierna para unos pocos mientras se asfixia al resto. ¡Ya está bien! Montoro y los suyos deberían dar muchas explicaciones… pero ya sabemos que en este país, cuando los culpables llevan corbata, todo queda en nada.
La pregunta final es: ¿seguiremos tragando?