Miss Asturias, el enchufe celestial y Koldo el irrelevante iluminado

¿Qué puede salir mal cuando mezclas concursos de belleza, cargos públicos, y amiguismos ibéricos con aroma a chiringuito? Pues justo esto: una tragicomedia digna de premio, patrocinada por “el Mindundi de confianza”.
Actualizado: Miércoles 09 de Julio de 2025
Miss Asturias, el enchufe celestial y Koldo el irrelevante iluminado
Cat.El opinólogo

Querido lector, respira hondo y prepárate porque lo de hoy no es una noticia, es una zarzuela patria con tacones de gala y favores cruzados. Resulta que en la trama de Koldo García, ese personaje que parece sacado de una novela costumbrista de bar de carretera y que ya colecciona menciones judiciales como otros coleccionan puntos en el supermercado, ha surgido una joya inesperada: una ex Miss Asturias, Carmen G., que no solo desfilaba por pasarelas sino también por despachos.

La cosa es que esta señora, cuyo currículum como azafata de protocolo brilla más por el nombre de quien la respalda que por la formación académica, fue colocada en el Ente Público Puertos del Estado. ¿Por qué? ¿Por su experiencia en logística marítima, transporte internacional o comercio exterior? No. Por su habilidad única para saludar con gracia y, al parecer, por tener “una historia de amistad” con uno de los actores secundarios más intensos del sainete: el incombustible Koldo.

El contrato no pasó por un proceso de selección, ni mucho menos por uno de esos concursos públicos tan aburridos que nadie quiere leer. No, aquí se obvió todo eso, porque cuando hay padrino, no hace falta bautismo. Y así fue como Carmen, con la bendición de Koldo el omnipresente y su "padrino" Alfredo Rodríguez (alias El Colocador Supremo), se plantó en el organigrama institucional como si fuera la virgen de Covadonga en PowerPoint.

Pero lo realmente glorioso de esta historia no es solo la colocación celestial de Miss Asturias, sino el nivel de negacionismo olímpico que han alcanzado los implicados. Alfredo, el que firmó su contratación, dice que fue decisión del director. El director dice que ni la conocía. Carmen dice que ni sabe cómo acabó allí, que se vio un día en una oficina y pensó que era un casting. Y Koldo, por supuesto, niega haber tenido nada que ver. Literalmente, el enchufe se enchufó solo. Magia española.

¿Y qué hacía esta musa institucional en su puesto? Pues tareas indefinidas, según parece. A veces protocolo, otras veces imagen, alguna que otra función de relaciones públicas, pero sobre todo –y esto es importante– estar. Estar presente como testigo viviente de que, en la España de los favores cruzados, si tienes los contactos adecuados, no importa tu formación, tu experiencia ni si sabes diferenciar un contenedor de un ferry.

Lo mejor es el apodo que en el entorno se le daba a Koldo: “el Mindundi”. Y lo más escalofriante es que este “mindundi” tenía el poder de hacer y deshacer en los pasillos del Estado como un mini Rasputín de barrio, capaz de colocar a una ex miss como si fuera una pieza de ajedrez en su tablero personal de influencias.

Esto, claro está, se encuadra en el sainete mayor de los contratos COVID, donde el reparto de dinero público fue tan transparente como el betún. Pero ahora, entre mascarillas que no servían y comisiones con aroma a paella de chiringuito, van apareciendo los rostros: ex misses, amigos, primos, padrinos, y una cadena de colocaciones que harían palidecer al INEM.

Y mientras todo esto se destapa, nadie dimite, nadie se sonroja, y la maquinaria sigue. Porque en España no importa el qué, sino el quién. Da igual si tu currículum cabe en un posavasos; si tienes el contacto adecuado, te conviertes en parte del sistema. Aunque seas una ex reina de belleza sin experiencia en gestión portuaria.

Lo curioso es que no hay ninguna serie de televisión que supere esto. Lo de “Borgen” se queda corto, “House of Cards” es un episodio de Pocoyó comparado con este culebrón estatal. Porque aquí hay de todo: influencias, personajes pintorescos, favores, negaciones rotundas, actas firmadas por arte de magia, y ahora, ¡una Miss Asturias!

En fin, que no estamos ante un caso aislado. Estamos ante un modus operandi. Y lo peor es que, entre la niebla de los “yo no fui”, el enchufismo, y el caos administrativo con aroma a pachuli institucional, los únicos que salimos perdiendo somos, cómo no, los ciudadanos de a pie. Esos que sí tienen que pasar por procesos de selección, por oposiciones, por entrevistas, y por currarse el pan de cada día sin tener un padrino en la corte de los favores patrios.

Eso sí, nos queda el consuelo de saber que, si alguna vez naufragamos, Miss Asturias estará en Puertos del Estado para darnos la bienvenida... con una sonrisa.

Este contenido se ampara en el derecho a la libertad de expresión. Tiene un tono sarcástico, irónico y subjetivo, y está basado en noticias previamente publicadas en medios de comunicación. Si algún político se siente aludido, es pura coincidencia. O no.
Nos vemos en el próximo post.


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