Marlaska observa, calla... y luego culpa al PP y a VOX. ¡Bravo, Ministro del Año!

Torre Pacheco lleva semanas convertido en el plató de una película de acción cutre: disturbios, miedo, tensión social… Y mientras tanto, ¿qué hacía nuestro siempre alerta ministro del Interior? Pues eso, mirar hacia otro lado como quien no quiere la cosa. Porque, como todos sabemos, la mejor forma de apagar un incendio es fingir que no está pasando.
Ahora los sindicatos policiales confirman lo que todos sospechábamos: Interior estaba perfectamente al tanto de lo que se cocía. Pero claro, intervenir a tiempo habría sido demasiado eficaz, demasiado responsable. Y aquí hemos venido a jugar a la política, no a resolver problemas.
El método Marlaska es sencillo: primero se deja crecer el caos, después se hace el sorprendido y, finalmente, se lanza la culpa en dirección a PP y VOX como si fueran Pokémon salvajes. "¡Ataque de ultraderecha!", grita mientras la comisaría arde. Y tú en casa preguntándote si esto es un sketch o una rueda de prensa.
Que nadie se engañe: aquí nadie se equivocó. Aquí todo fue intencionado. Se dejó correr el problema, se permitió la tensión, y ahora se intenta capitalizar políticamente el desastre. Un clásico del manual socialista: incendia, victimízate, señala al otro y corre.
Mientras tanto, los policías en el terreno —esos que de verdad están al pie del cañón— sin medios, sin refuerzos y con órdenes de mirar hacia el techo. Porque claro, reconocer que el problema te estalló en la cara por incompetente no queda bien en campaña.
¿Y qué dice el bueno de Marlaska? Que la culpa la tienen las "narrativas extremistas" del PP y VOX. Lo dice con cara seria, como si acabara de descubrir América. Y mientras tanto, los vecinos de Torre Pacheco se encierran en casa a las 8 porque la calle parece Gotham sin Batman.
El relato es perfecto: tú gestionas fatal, abandonas a tu gente, y cuando todo explota, te conviertes en mártir. El drama es que funciona. El Gobierno se especializa en dejar cadáveres políticos por el camino mientras va escribiendo poemas sobre la culpa ajena.
Los sindicatos, hartos de que les usen como escudo, han dicho basta. Han sacado los colores a Interior y han dejado claro que si alguien tiene que dar explicaciones, es el señor Marlaska. Pero claro, aquí explicar algo está pasado de moda. Ahora se lleva culpar y seguir en el cargo.
El discurso oficial es una maravilla literaria: "rechazamos el odio, condenamos el racismo, promovemos la convivencia". Mientras tanto, las bandas campan a sus anchas, la policía está atada de manos y los vecinos, con suerte, tienen una linterna bajo la almohada.
Si todo esto no fuera tan trágico, daría risa. Pero lo peor es que mañana pasará en otro barrio, en otra ciudad. Y otra vez vendrán con el cuento de la extrema derecha, los bulos y el negacionismo. ¡Qué suerte la nuestra! Nos gobierna una troupe de guionistas de Netflix.
Y ojo, que todavía no ha dimitido nadie. Ni una comparecencia seria, ni un gesto de vergüenza. Porque aquí los ministros no fallan: evolucionan. Marlaska está en fase Pokémon final. Ya no se inmuta ni aunque los policías le planten un cartel en la puerta del ministerio.
Así que prepárate, lector: lo que ha pasado en Torre Pacheco es solo otro episodio de la gran serie "España S.A.: Todo va bien, hasta que preguntas". La culpa será de Ayuso, de VOX o del sol. Pero nunca del que cobra el sueldo y no hace su trabajo.
#MarlaskaDimisión – Porque si no sabe apagar fuegos, al menos que no juegue con cerillas.