La Financiación Catalana: El Culebrón Infinito que Nadie Quiere Arreglar (Pero Todos Usan para Amenazar)

Otra vez el cuento de nunca acabar
La financiación catalana se ha convertido en un clásico de la política española. Da igual el año, el color del gobierno o el nivel de urgencia social: el tema se eterniza, se llena de promesas vacías y termina en nada. Y 2025 no iba a ser la excepción.
El "nuevo" modelo de financiación autonómica que reclama Cataluña suma obstáculos por todas partes: rechazo del cuerpo de inspectores de Hacienda, falta de mayoría en el Congreso, y, por supuesto, cero ganas reales de ningún partido de entrar en el fango y salir manchado de cara a las elecciones.
Todo es una partida de póker (sin fichas)
Pedro Sánchez, como buen trilero político, lanza promesas ambiguas a ERC mientras da palmaditas en la espalda a otras autonomías con la esperanza de que no se amotinen. Pero claro, cuando uno intenta contentar a todos los actores a la vez (ERC, PSC, comunidades del PP, inspectores fiscales, opinión pública…), acaba estrellándose contra su propia ambigüedad.
¿El resultado? Un modelo de financiación que sigue siendo injusto para muchos, insuficiente para todos y profundamente tóxico para la convivencia territorial. Una mezcla perfecta para alimentar el victimismo catalán y el “¡a mí más!” de otras comunidades.
Los inspectores fiscales: los aguafiestas con razón
Uno de los momentos más esperpénticos de esta tragicomedia es el rechazo frontal del cuerpo de inspectores de Hacienda. Han avisado que el modelo que se plantea rompería la unidad del sistema fiscal. Y lo dicen alto y claro, aunque nadie quiera escucharlos.
A los técnicos no les parece ni equitativo ni legal lo que se cuece en los despachos de Moncloa. Pero como en este país la técnica está supeditada a la táctica electoral, lo lógico y lo coherente acaba en la papelera.
ERC amenaza… otra vez
Por supuesto, ERC vuelve a sus andadas: si no hay financiación "singular", no hay apoyo en el Congreso. Es el juego de siempre. Chantaje parlamentario en bucle, sin importar que el sistema fiscal nacional se vaya por el sumidero. ¿Importa el bien común? Para nada. ¿Importa la estabilidad fiscal? ¡Menos! Lo que importa es arrancar concesiones gota a gota, aunque eso deje al resto de comunidades mirando desde la barrera.
El PSOE se enreda en su propia trampa
Lo curioso del caso es que el propio PSOE alimentó durante años la idea de una reforma de financiación “más justa” para Cataluña… pero sin decir qué diablos significa eso. Ahora que ERC le pasa factura, el Gobierno se encuentra maniatado, sin mayoría clara y con barones regionales que amenazan con incendiar Ferraz si se cede demasiado.
Y mientras tanto, el ciudadano, a pagar
En medio de todo este teatrillo, ¿quién pierde siempre? Exacto: el ciudadano. El que no entiende por qué su comunidad está infrafinanciada. El que ve cómo se multiplican los privilegios pactados en despachos a puerta cerrada. El que observa cómo cada año hay menos inversión real y más promesas huecas.
España necesita una reforma seria, con criterios objetivos, con diálogo técnico y no político, con perspectiva de Estado. Pero eso no da votos, ni titulares jugosos. Así que lo dejamos para otro año. O mejor: para otra legislatura.
Conclusión: Una tragicomedia con final abierto (y aburrido)
La financiación catalana es el símbolo perfecto de un sistema político bloqueado, adicto al cortoplacismo y rehén de los chantajes. Un tema vital convertido en moneda de cambio. Y lo peor es que todos los actores lo saben. Pero siguen representando su papel, como si nadie se diera cuenta.
No hay reforma en el horizonte. Solo un guion repetido, cada vez más cínico, cada vez más previsible. Una serie B institucional que todos fingimos seguir, aunque ya nadie se crea el final.