Feijóo suelta la bomba: “¿De qué prostíbulos ha vivido usted, Sánchez?

¡Día de infarto en el Congreso! ???? Alberto Núñez Feijóo se ha levantado de su butaca y ha lanzado el golpe más cutre de la temporada: “¿De qué prostíbulos ha vivido usted?”, espetó a Pedro Sánchez, insinuando que el presidente percibió beneficios del negocio de los locales gestionados por su suegro, fallecido el año pasado .
El asunto es jugoso: Feijóo relacionó la casa familiar de Somosaguas —financiada por Sabiniano Gómez— con el dinero recaudado en saunas donde, según rumores, se ofrecía prostitución. El PP no tardó en soltar que esos pagos proceden de actividades “a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución” . La bancada popular estalló en aplausos... y en la bancada socialista estalló el escándalo.
“Ha tenido usted el cuajo de compararse conmigo”, dijo Feijóo, recordándole a Sánchez su descarnada crítica previa. Pero según Feijóo, eso no era suficiente y añadió: “Sea decente, váyase, dimita, convoque elecciones...” Todo en 5 segundos express.
El ambiente en el Hemiciclo fue de “línea roja” total: Maribel Vaquero, del PNV, acusó al líder popular de cruzar un límite al sacar a la familia, calificándolo de “educación política impropia”. Patxi López, existiendo el “paso de dignidad”, exigió respeto y acusó a Feijóo de ser “indecente”. Sánchez, sin entrar al trapo, cerró el debate con una frase de manual: si se recurre a ataques personales, es porque faltan argumentos políticos .
Vamos a diseccionar esto con nuestra lupa irónica: Feijóo, con micrófono en mano y aire de matón parlamentario, saca datos privados del suegro muerto de Sánchez para sacudir la reputación del presidente. Si eso hubiera sido un partido de fútbol, ya habrían pitado falta personal...
Pero en España esto se llama “derecho a cuestionar”. El PP dice que hay pruebas que conectan a Sánchez con esa casa pagada por el suegro, y por ende con el negocio. El PSOE responde que eso es meter mierda, que no aguanta fiscalización. Y el PNV baila entre abucheos y pañuelos blancos. Político doméstico en estado puro.
Feijóo remató su réplica haciendo balance de escándalos: “Usted no vino a limpiar, vino a ensuciarlo todo”. Insinuó una trama detrás: imputados por corrupción, nombramientos dudosos... y por supuesto, la familia Sánchez empaquetada dentro de uno de esos universos paralelos donde la ética se fue de vacaciones.
El PP pide elecciones y dimisión: argumentan que este tipo de acusaciones no son normales si estás haciendo bien tu trabajo. Pero el PSOE replica: “Hay que ser responsable en el Congreso, esto es política no telebasura”. Resultado: tensión máxima entre hemiciclos.
Y ahora, lo verdaderamente importante: ¿qué pasa después de este show? El debate no muere aquí. Esta jugada saca a relucir dos preguntas fundamentales: ¿hasta qué punto un presidente es responsable de los negocios de sus familiares? Y, más punzante aún: ¿puede una acusación así ir judicialmente más allá del circo mediático?
Mientras la pólvora verbal vuela, los periodistas empaquetan este episodio como “el momento más bajo del pleno”. Los analistas indican que así no se debate corrupción, se alimenta odio político. Y mientras tanto, los ciudadanos toman nota: golpes bajos, crisis de narrativa, crisis familiar... y un clima parlamentario al rojo vivo.
Resumen de entreacto: Feijóo lanza acusación teatral → Sánchez encoge hombros → PSOE protesta → corrupción familiar en pantalla grande → PNV se indigna → PP avanza su agenda electoral. Conclusión: lo personal y lo político se han fusionado en una bomba Mediática 5000.
¿El Next Step? Control de daños: entrevistas a Sánchez en platós, docuseries cutres con Begoña, y circulares internas para no repetir mención a suegros. Feijóo, por su parte, será recordado como el tipo que tiró la piedra más gruesa y dejó la mano en la tribuna...
Moraleja sarcástica: en la política patria, si no puedes ganar por argumentos, salta a la familia. Y si eso falla, acusa de prostíbulos. Al final, todos terminan diciendo que esto es política, no porno... aunque a veces parece justo lo contrario.