Begoña, correos y el jueguito de la silla judicial

Un repaso sarcástico y gamberro al sainete judicial de Begoña Gómez, los correos electrónicos sospechosos y la comedia política que nos venden como drama democrático.
Actualizado: Jueves 25 de Septiembre de 2025
Begoña, correos y el jueguito de la silla judicial
Cat.El opinólogo

Atención, damas y caballeros, porque ya tenemos nueva entrega del culebrón Monclovita. La serie que empezó con “el novio de la presidenta del club de fans del Falcon” y que ahora va por la temporada 5: “Correos electrónicos: el regreso”. Resulta que un juez, que debe estar aburrido de Netflix, ha recibido unos mails de la asesora de Begoña Gómez (sí, esa Begoña, la esposa del hombre que levita en la Moncloa con capa invisible) y ahora la pobre está a un paso del juicio. ¡Qué tensión, qué nervios!

En este país, que un político o su entorno aparezca en un procedimiento judicial es tan común como que te den pan duro en el bar de la esquina. Pero claro, cuando la protagonista es la First Lady del Falcon, la cosa adquiere un toque de telenovela turca. Porque no hablamos de correos normales, de esos que borras con el “marcar como spam”. No, no, no: hablamos de correos con olor a negocio raro, a asesoría mágica y a “yo te coloco aquí que para eso tengo enchufe trifásico”.

La imagen es maravillosa: un juez abriendo el Gmail de la asesora, leyendo asuntos como “proyecto urgente para salvar el planeta con cuatro PowerPoints” o “oportunidad empresarial que huele a chiringuito” y pensando: “Ajá, aquí hay tomate”. Mientras tanto, Begoña repasa su bandeja de entrada y se pregunta si no hubiera sido mejor abrirse un Hotmail en 2002 con nombre falso: “super_begui_69@hotmail.com”.

Y claro, en la otra esquina tenemos al mismísimo Pedro Sánchez, que cuando oye la palabra “juicio” piensa que hablan de su peinado perfecto frente al espejo. El hombre probablemente dirá que esto es “lawfare, fango judicial, conspiración de peluqueros resentidos”, lo que sea con tal de esquivar que su señora acabe declarando delante de un juez más serio que el notario de la tele.

Lo mejor de todo es cómo se gestiona esto en la prensa: titulares apocalípticos, analistas que se creen Poirot porque leen un correo con la palabra “contrato”, y tertulianos de medio pelo que ya venden entradas para el “juicio del año”, que promete ser menos entretenido que la gala de Eurovisión pero con más portátiles abiertos.

¡Qué digo juicio! Esto es la Operación Inbox. Si todo sigue así, no me extrañaría que la fiscalía termine contratando a Gmail como testigo protegido. A este paso, los jueces van a terminar preguntando a Google: “Señor buscador, ¿qué opinas de todo esto?”

Pero ojo, no olvidemos lo verdaderamente importante: España se va a la ruina, los precios suben como cohetes de feria, los sueldos bajan más que la batería del móvil, y nosotros enganchados al culebrón de Begoña como si fuera el capítulo final de Juego de Tronos.

Moraleja: si vas a hacer cosas turbias, no las pongas en correos electrónicos. Usa palomas mensajeras, señales de humo o, mejor aún, los chats de Telegram que se autodestruyen. Porque en España, lo único que nunca falla es que, tarde o temprano, algún juez encontrará tu Gmail y lo convertirá en trending topic.

Y mientras tanto, aquí seguimos: viendo cómo los mismos que nos venden dignidad y transparencia acaban en la parrilla judicial como sardinas chamuscadas. España, este circo tiene de todo: payasos, trapecistas, domadores y hasta tigres amaestrados que se llaman “asesoras”.

Conclusión final: Si los correos de Begoña acaban siendo la chispa que monte el juicio, que alguien avise a HBO, porque aquí hay material para una serie de esas que duran siete temporadas y un spin-off.

Este contenido se ampara en el derecho a la libertad de expresión. Tiene un tono sarcástico, irónico y subjetivo, y está basado en noticias previamente publicadas en medios de comunicación. Si algún político se siente aludido, es pura coincidencia. O no.
Nos vemos en el próximo post.


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